Londres 1881: Ferrier, Goltz, un perro y un mono
Siete años antes de que Jack el Destripador pasara a la historia, por las calles de Londres pasearon las 120 mil personas atraídas el Septimo Congreso Internacional de Medicina.
En ese marco victoriano, se dió un duelo interesante en torno al mapa de la croteza cerebral, entre Friedrich Goltz, fisiólogo de Strassburgo, Alemania y David Ferrer, credito de la fisiología local.
El Profesor Goltz dijo a la audiencia que en su laboratorio, había destruído grandes secciones del cerebro de perros y que pese a eso, ninguno quedó ni ciego, ni sordo, ni paralítico. Dijo que si existía una organización cerebral que dominara alguna de estas actividades, él no las había encontrado. Y agregó, como un efecto fantástico, que había llevado consigo uno de esos perros al que se le habían extirpado los lóbulos parietales y occipitales. El perro pasó al recinto y no mostró ningún comportamiento extraño, como espraban los que defendían la división la corteza cerebral en zonas especializadas en torno a diferentes funciones. Lo aplaudieron y se fueron; Goltz y el perro.
Entonces fué el turno de David Ferrier , que defendía la teoría de que la vista, el olfato, la audición, el tacto y el gusto tenían su parte específica dentro de la antomía cerebral, así como también los movimientos voluntarios. Refutó a Goltz, diciéndole que evidentemente no había destruído de forma total los lóbulos cerebrales del perro.
Después explicó lo que él hacía con monos. Dijo que a un mono le había destruído los dos lobulos temporales y que había quedado sordo, pero intacto en su capacidad de movimientos voluntarios.
El organizador del debate, al ver que los dos tenían pruebas sobre sus conclusiones opuestas, les preguntó si se podrían examinar los animales al otro día. Estuvieron de acuerdo.
A la mañana siguiente, el perro de Goltz reaccionaba a estímulos, no parecía ser sordo, ni ciego ni mucho menos paralítico. Y se fué otra vez dejando el escenario caliente. Ferrier trajo dos monos: uno hemipléjico y otro sordo. Cada uno con lesiones en diferentes partes específicas del cerebro.
Ferrier dudaba que Goltz hubiese destruído completamente alguna zona del cerebro del perro, como sí había hecho él con sus monos. Como los asistentes al congreso no se decidían, les preguntaron si podían sacrificar a los animales y comprobar las lesiones anatómicas de cada uno.
Mataron entonces a los dos monos y al perro. Al observar los cerebros, comprobaron que las lesiones de los monos eran tal cual las descriptas por Ferrier, pero en cambio, el perro de Goltz tenía la corteza intacta.
Ferrier salió exultante del evento.
Pero no le duró mucho, tres meses mas tarde la Sociedad de Protectora de animales de Victoria Street lo denunció por maltrato animal . Tuvo que pasar unos días en la policía y se le prohibió el uso de animales para experimentaciones.